viernes, 1 de julio de 2011

Fútbol sin todos

Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio, diría el Nano Serrat. Cuanta verdad encerrada en tan solo once palabras. Precisamente en el año once del segundo milenio, lo que parece no tener remedio es el actual momento del fútbol argentino y su futuro inmediato. El reciente descenso de un protagonista histórico del fútbol mayor, River Plate, ha dejado las puertas abiertas a muchos interrogantes.

¿Será igual el torneo de Primera División sin el protagonismo de los de la banda roja? ¿Qué hará Boca Juniors sin su clásico rival? ¿Podrían seguir el mismo destino que el equipo “millonario” el resto de los clubes grandes del fútbol argentino? Todos estos interrogantes no tienen aún respuestas y es indudable que los hechos acaecidos durante la temporada 2010/2011 dejarán una marca indeleble por el resto de la historia del deporte.

En más de ochenta años de profesionalismo no habrá superclásico oficiales en la temporada. Toda la magia, la ansiedad, los cruces verbales, y la expectativa que caracterizan y rodean a la semana previa al encuentro de titanes, no estarán presentes en el próximo torneo…Ni el Monumental de Nuñez, ni la emblemática Bombonera cobijarán al partido más importante de América. Todo un hecho. Poco más de 180 minutos que no se podrán disfrutar, al menos, por el transcurso de un año. Pero hay más…

Y es evidente, que la marca dejada por la experiencia de River, tiene que haber llamado la atención a los digentes de San Lorenzo, Racing Club, Boca Juniors y, en menor medida, de Independiente. ¿Habrán tomado nota sus dirigentes de lo que les podría pasar? Solo lo sabremos al final del Torneo Apertura 2012.

Sin dudas que, con la ausencia de River, el torneo no será igual. Se apreciará fecha a fecha. La ausencia será muy notoria y hasta los simpatizantes de Boca la sentirán, más allá de que, hoy en día, disfrutan del calvario de sus “primos”. Los cuatro clubes denominados grandes -que aun siguen en primera división- deberán hacer grandes campañas para no penar al final de la temporada, allá por junio de 2012.  

No habrá lugar para errores. Quien se equivoque pagará con el descenso, ese fantasma que, hasta no hace muchos años, solo conocían los denominados equipos chicos, hoy dominadores de un fútbol cada vez más pobre y raquítico.




Boca-River, River-Boca, una ausencia que no pasará inadvertida.